Diego Alberto Antezana Arrazola
La mirada de un animal triste no se puede desconocer. Las jaulas son, para muchísimas aves en Bolivia, un llamado de la muerte, mientras que el comercio ilegal que alimenta este negocio de vender loritos, parabas y cotorritas se incrementa.
La idea de crear un libro de fotografía sobre aves en cautiverio surgió gradualmente mientras trabajábamos en nuestro proyecto anterior, "Retratos de familia". Durante ese proceso, nos dimos cuenta de que los loros eran los animales más comunes en los centros de rescate de fauna salvaje, lo que nos llevó a decidir utilizarlos como sujetos principales en un libro que denunciara la tenencia ilegal de mascotas.
Además, la pandemia de COVID-19 limitó nuestras posibilidades de viajar, por lo que los loros y otras especies de psitácidos estaban fácilmente disponibles para fotografiar, lo que hacía la idea más práctica.
El trabajo coordinado con David Grunbaum fue de total coordinación. Su formación como fotógrafo de estudio complementó perfectamente mi enfoque y posee un lado práctico que resolvía muchos de los desafíos que surgían durante las sesiones fotográficas.
Nuestro trabajo en equipo fue ameno y positivo. A lo largo de los interminables viajes y las sesiones fallidas, David siempre sacaba el lado positivo de las situaciones. Además, su talento fotográfico complementaba mi propio enfoque profesional.
La captura de las fotografías para el libro se dividió en dos etapas. En primer lugar, acumulamos imágenes durante aproximadamente diez años, sin un propósito específico en ese momento. Este material se convirtió en la base de nuestro primer libro conjunto, "Retratos de familia".
La segunda etapa comenzó cuando visualizamos el objetivo específico de crear un nuevo libro con las imágenes que ya teníamos. Planificamos la estructura del libro, las especies que queríamos incluir y los viajes necesarios para obtener las fotografías. Este proceso duró alrededor de dos años, como suele ser el caso en nuestros

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